La fiebre no está en las sábanas

¿Iglesia o burdel barato?¿Se tambalea el Vaticano? ¿Debe renunciar el Papa? Evangelicos son más impios que los no creyentes?. Cientos son las preguntas, cientos podrían ser las respuestas, y aun así muchas más serían las acusaciones, más aún, ninguna de las posibilidades propuestas solucionarían el problema.

De un lado los enemigos declarados del cristianismo, han encontrado en las muchas y comprobadas faltas a la moralidad por parte de muchos de los líderes de la iglesia una ocasión propicia para enfilar sus cañones contra quienes enarbolamos la bandera del Santo Rabí de galilea.

Todos nosotros (protestantes y católicos) debemos someternos a una revisión profunda, como cristianos debemos cuidar nuestro testimonio, ser cuidadosos al andar, pues los ojos del mundo y en especial de Satanás (el gran acusador e instigador) están puestos sobre nosotros, al acecho, listo para exhibirnos publicamente como detractores de Cristo y su evangelio.

Protestantes y católicos, heraldos del Cristo debemos andar como hijos de luz, predicando con nuestros hechos, de forma diáfana, sin enredarnos en las marañas del pecado y los afanes del mundo.

La renucia de Benedicto XVI no acallará las voces disidentes ni erradicará los escándalos en el seno del catolicismo, Lo que él debe hacer es poner en orden su casa. Roma debe someterse a sí misma a prueba, a la luz de la palabra. El celibato, más que beneficiarle, solo conduce a la hipocresía, al fingimiento y a la doble moral. Y si bien es cierto que San Pablo en algún momento dijo que "seria bueno que los ministros no se casasen para estar mas dedicados al ejercicio ministerial"(1era Corintios 7: 7-10) .

Tambien hay que resaltar que en el versículo 8 de ese capítulo, Pablo es bastante claro que para eso hay que tener el "don de continencia", de lo contrario y para evitar fornicación es mejor que el hombre y la mujer se casen.

No hay que olvidar que el mismo Dios al crear al hombre reconoció que no era bueno que el hombre estuviese solo. Y dándole un poco de razón a Oscar Arias, presidente de Costa Rica "si el celibato es causa de todos los males, casense y ya".

Jesús no le impuso el celibato a sus discipulos, ¿Por que ponerle bozal al buey que trilla? ¿por que frenar un instinto humanamente natural y tan necesario como comer, o descansar?.

Más que a ser célibes, el llamado de todo cristiano es a ser "santo, pues Dios es Santo", fuimos lllamdos a evangelizar con el ejemplo, estamos conminados a ser ejemplo de moralidad de vida piadosa. No envolvernos gratuitamente en escándalos como el ocurrido con la líder del protestantismo en Alemania y los miles de casos de pederástia a nivel mundial o en vergonzosos hechos de violencia como los que escenificamos en Gran Bretaña e Irlanda del Norte o como los de Chiapas en México más recientemente.

Cuando nos arropamos con la sábana del cristianismo no somos ni protestantes ni católicos, somos discipulos de Cristo y por lo tanto debemos andar como El anduvo.

La reciente vorágine que atravieza el cristianismo no es culpa del Papa, no es culpa de los pastores y líderes protestantes, es culpa de todos nosotros, que nos hemos descarriado como ovejas y nos hemos apartado por nuestros propios caminos. Unos por el de las doctrinas y dogmas humanos inútiles, otros por el de nuestra propia sabiduría, otros por el del legalismo extremo y otros por el liberalismo excesivo.

En este tiempo en que los acontecimientos proféticos anuncian claramente que el "día de nuestra redención se acerca" no es tiempo de andar buscando la fiebre en la denominación o corriente religiosa de nuestro pensamiento. Es tiempo de que sepamos que el diagnostico para nuestra enfermedad es multiple.

Padecemos de arrogancia, intolerancia, radicalismo y extremismo religioso, indiferencia ante el derrotero de un mundo que se dirige irremediablemente a su condenación eterna, mientras la Iglesia del Señor se empeña en cosas vanales y se hunde más en el pecado.

Urge una visita al consultorio del Dr. Jesucristo para que nos sea administrada una dosis triple de "Cristomicina" a fin de combatir la altamente contagiosa infección del culto al YO , un par de tabletas de "amor al prójimo" y finalmente, darnos un baño medicinal en el rio que fluye del costado del Martir del calvario, para que sus aguas salutiferas y la sangre preciosa del cordero nos limpien de todo pecado.

No hay que olvidar lo que dice la biblia, que sin importar la raza, el país de origen o el credo bajo el cual nos cobijamos, "sino nos arrepentimos" con sinceridad "todos pereceremos igualmente". Por lo tanto, analicemos nuestros caminos y volvámonos a Dios.

Es un maravilloso tratamiento contra todos nuestros males. Una vez que hallamos seguido al pie de la letra las ordenes del Médico divino, seremos sanados y al mirar atrás veremos, que el remedio siempre dependió de nosotros, de nuestra actitud. Que fuimos los únicos culpables de todo lo que nos aconteció. Que el habernos apartado de la senda antigua era la verdadera causa de nuestra desgracia, y que la fiebre, estaba en nosotros, no en las sábanas.

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